Con la elogiada transición para pasar de situaciones defensivas a ofensivas, Estudiantes superaba a un mediocampo que salvo Neri Cardozo se mostraba demasiado lento para contener a Verón, a José Sosa y a, la ultima joya de la cantera pincharrata, Pablo Piatti, precisamente el diminuto delantero complicaba a la defensa Xeneixe con su movilidad, partiendo desde la posición de media punta por el centro, repentinamente, aparecía como un antiguo wing izquierdo. Allí estuvo una de las claves para entender la supremacía de Estudiantes durante la primer etapa, con Piatti intercalando posiciones con Calderón, y entre ellos y las subidas de Casierra para hacerle el dos-uno a Hugo Ibarra. Si por ese frente del ataque Boca sufría, los cambios de frente de la brujita Verón mudaron el peligro hacia el lateral derecho del ataque pincharrata, por esa banda Sosa y Angeleri fueron la combinación exacta de precisión y rapidez con la que Estudiantes torturó a Boca, hasta convertir a su arquero en la figura de los 45’ iniciales.
Esa dinámica europea que tanto enorgullece al Cholo Simeone era la clave de la notoria superioridad de Estudiantes y si aún el marcador no se había alterado, se debía a tres factores: Mauricio Caranta, la impericia a la hora de definir, y Rafael Furchi. El arbitro anuló incorrectamente un gol a José Luis Calderón y dejó muchísimas dudas en un offside señalado a Mariano Pavone.
Por el lado de boca con Riquelme bien tomado por Braña, la conducción del equipo recayó en Eber Banega (de gran partido) distribuyendo con criterio y hasta probando de media distancia. Desde los pies del juvenil Boca fue nivelando el partido y logrando ratos de buen fútbol especialmente cuando este lograba conectar con Riquelme y Neri Cardozo. El ingreso de Pablo Ledesma (por lesión de Battaglia) favoreció a los de Russo, ya que doto de mayor velocidad al mediocampo y por sobre todo tapo las goteras del costado derecho de la defensa Xeneixe.
Solo bastó que la presión de Estudiantes bajara unas líneas, y ante el menor descuidó pincharrata Boca facturó: centro perfecto de Morel Rodríguez, Martín Palermo que se eleva, y como sostenido por un ángel, le saca medio cuerpo de ventaja a Mauricio Casierra para vencer a Andujar con un perfecto cabezazo bombeado. Al rato nomás, Román Riquelme hizo su aparición estelar en el partido y nos regaló la genial asistencia de cada fecha, encerrado entre un racimo de defensores inventó un maravilloso pase que solo pudo ser opacado por la bellísima, y de manual, definición de Palermo. En cinco minutos Boca metió dos manos de nocaut y Estudiantes vio como su incuestionable superioridad se derrumbaba en un ráfaga.
Entre la impericia de Estudiantes a la hora de definir, en las virtudes de Caranta para cuidar su arco, en la conducción de Banega y Riquelme, pero por sobre todo en la efectividad de Martín Palermo dentro de área están las claves para entender como un partido de dominado claramente por un equipo, cambia radicalmente en su desarrollo por un par de hechos puntuales, en este caso peso especifico de las individualidades. Ganó Boca, se sacó la espina de la final perdida y ahora va por el titulo. Banega y Riquelme empiezan a consolidar una sociedad de la cual ya disfruta Palermo y esta a la espera de la vuelta de Palacio, vuelven a crecer el Cata Díaz y Maidana, bien custodiados por un arquero que ayer fue clave. A Estudiantes le queda el consuelo del gran rendimiento de la primer etapa, y la preocupación por no por poder abrir un partido cuando se le presentó como muy favorable.