miércoles, 7 de marzo de 2007

La fría y soporífera superioridad del Bayern y el alma del Madrid.

El Bayern Munich está entre los ocho y es justo, fue superior ante un pobre equipo que llegó a Alemania pensando más en cuidar la estrecha ventaja conseguida en el Bernabéu que en otra cosa. Apenas diez segundos de comenzado el partido el plan diseñado por Capello había quedado obsoleto, el Bayern agradeció el amarretismo del italiano y dominó el primer tiempo a voluntad.
No habiamos llegado ni a los quince segundos y a Capello ya se le habían quemado los papeles, el “trivote” del mediocampo (Emerson, Gago, Diarra) plantado para aguantar la embestida alemana, dejó de ser el cerrojo ideado por el entrenador ni bien Maakay conectó una gran asistencia de Salihamidzic y marcó para dar vuelta la serie. 10 segundos nada más.
Ante la necesidad de marcar al menos un gol, casi sin creativos sobre el campo, el Real Madrid hizo lo que marcaba la lógica: intentó empujar al Bayern contra su área, como sea, a la fuerza, tirando pelotazos, corriendo; intento y chocó, chocó, chocó, y casi siempre fue para atrás. A la hora de chocar y correr nadie le gana a los alemanes, y este Bayern sea muy limitado, podrá tener en sus filas jugadores brasileros, franceses, bosnios, belgas u holandeses, pero es un equipo 100% alemán y, de las tierras teutonas, es el más fuerte y más curtido en este tipo de batallas. Cuando el partido es feo y aburrido casi siempre ganan los alemanes es como una ley implícita del fútbol y el Madrid lejos de romperla entró en el juego que le convenía al conjunto de Baviera. Con su débil circuito creativo totalmente maniatado (recién sobre el final del primer tiempo ya con Guti por Emerson el Madrid pudo generar algunas aproximaciones al arco alemán) el equipo español fue victima de una superioridad fría, gris, tan soporífera, como incuestionable. El Bayern con su fútbol serio y plomizo, incapaz de contagiar la más mínima dosis de emoción borró de la cancha al Madrid que si se mantuvo con vida fue porque tiene al más galáctico de todos los arqueros y porque su rival no logró plasmar en el área la terrible supremacía que generaba atacando por las bandas (excelente partido de Schweinsteiger, de Salihamidzic y de Sagnol). La entrada de Guti reacomodó el mediocampo español, ubicado por la izquierda, buscó asociarse con Gago, (a esta altura mucho mas liberado de marcas que Diarra), quedando por derecha Raúl. Recién a los 40 minutos el Real pudo gestar algo interesante en ofensiva cuando el desconectado Higuaín combinó con Guti que termino pateando desviado, enseguida un buen disparo de Raúl dio en el lateral externo de la red. Terminaba el primer tiempo y el Madrid al menos había mostrado ciertos vestigios de reacción.
Durante el segundo tiempo el partido fue mucho más parejo, a cada avance madrileño le seguía un intento de contraataque alemán, cambiando el balón de banda con rapidez, lograban ubicar siempre un mediocampista vacío (generalmente Schweinsteiger) en posición de tiro o pase, entre Casillas y Helguera oficiaron de salvadores y por eso el Bayern no liquidó el partido.
En el fragor de la batalla el alma de Raúl encontró un compañero en Cassano, y si bien los de Capello eran un cúmulo de voluntad y tesón, el ingreso del italiano les permitió llevar el juego a campo alemán. Un Madrid muy luchador golpeaba las puertas de la firme defensa alemana cuando un blooper defensivo entre Helguera y Ramos derivó en un corner. Centro perfecto y gran cabezazo de Lucio (una de las figuras de la cancha junto a Casillas). 2-0, el Bayern poco menos que liquidaba la serie.
Jugado y sin fichas, Capello apeló a lo único que tenia en el banco para dar vuelta la historia, Robinho, y el brasilero entró, con una tónica parecida a la de Cassano: sin muchas luces pero derrochando esfuerzo y voluntad; con esas pocas armas y empujado por su vergüenza el Madrid llevó al Bayern contra su arco y tras una buena combinación de los dos ingresados, Lucio derribó a su compatriota dentro de área y, a falta de diez minutos, Van Nistelrooy cambió el penal por gol. Envalentanados por el descuento, los visitantes llenaron de pelotazos y cabeceadores el área rival, buscando la clasificación. El gol no llegó y el Madrid quedó eliminado tras una muy mala actuación desde lo tecnico pero con una entrega digna de elogiar.
Así como ayer critique a un Barcelona que se fue de la copa abandonado a su suerte hoy aplaudo a un Real Madrid que jugo pésimo, pero que apeló al corazón y al coraje y se despidió como los grandes, aún sabiendo que la empresa era casi imposible, dejó la vida en cada pelota y presionó lo más que pudo. Utilizando el lugar común, el Real cayó de pie.
Para el Bayern queda la satisfacción de haber quitado de competencia a un rival durísimo con sus armas de siempre de siempre: Once soldaditos de plomo que corren sin cesar, un equipo de utilitarios, muy ordenaditos eso sí, que luchan, que chocan, que caen y que se levantan, que se vuelven a caer y siguen intentando, esa perseverancia, fría, sistemática, una superioridad metalúrgica incapaz de emocionar y muy cercana al aburrimiento. Y ya se sabe como es la historia: cuando la almohada se mira con cariño. Pum!!! Ganaron los alemanes, otra vez.

2 comentarios:

zaragocista dijo...

La verdad son alemanes, y solo con ello, tienen mucho a su favor.

Pero si a este Bayern no le gana el Madrid...en fin, supongo que también se puede ver desde el otro punto de vista.


Saludos.

leoblanco dijo...

Buenisimo Santi, la verdad que leí todo y me gustó muchisimo. Algun día, si mi blog crece, te voy a molestar con algúna dedicatoria.
Te mando un abrazo y seguí subiendo.